Al Athletic aún le quedan tareas por intentar cumplir antes de las vacaciones

El Athletic ya estaba desde el jueves en la próxima edición de la Liga de Campeones. Tenía el quinto puesto liguero asegurado, y desde ayer, a falta de la última jornada, el cuarto. Vuelve a meterse en la Supercopa y de nuevo evitará alguna que otra previa de la Copa del rey. Lejos de conformarse con lo que tiene, que es mucho, quiere más. A diferencia de temporadas anteriores, presenta un apetito voraz pese a que a los focos bien poco les queda por apagarse hasta agosto próximo.

Antes de comenzar las merecidas vacaciones, queda el FC Barcelona por visitar el domingo San Mamés después de que acoja la frustrada final de la UEFA Europa League, y sus cifras están en condiciones de seguir siendo sensiblemente mejoradas. Y un claro ejemplo de esa insaciabilidad, así como del espíritu colectivo que le está llevando a las metas ya cosechadas, es el autor de su último gol. Su diana sobre el Valencia es la plasmación de un gol convertido en la más bella obra de arte. Imposible colocarla más en la cruceta, cuando buscaba la izquierda de Mamardashvili. El gol siempre soñado por un delantero.

Álex Berenguer gritó y celebró en Mestalla un gol más. El sexto de esta temporada, que no es su mejor registro, porque hizo ocho el año pasado y siete hace dos, además de nueve en su primer curso en Bilbao. En asistencias sí es el ejercicio más destacado, con diez. Pero más allá de sus grandes números, sobresale la evolución que en estos cinco años ha tenido. Ya era un gran jugador cuando salió de Osasuna y más tarde llegó del Torino, y ahora es un todoterreno que se presta para todo porque vale para todo, y que firmó sobre los chés algo que solo es capaz de obrar quien tiene plena confianza en sí mismo porque es la misma que, desde hace ya un tiempo, le otorgó Ernesto Valverde.

Su gol ha dejado a este Athletic, que continúa con la flecha hacia arriba, y que llega al final con el depósito con el combustible suficiente como para no disfrutar todavía de unas vacaciones que todo el plantel va a volver a coger juntos, ya con 70 puntos, dos más que en el último mayo. Ya es la máxima puntuación alcanzada, junto con la temporada 2013-2014, también a las órdenes del Txingurri para ser cuarto y meterse en Champions, desde que el triunfo supone tres puntos y la Primera División cuenta con 20 equipos. Por encima también de los 65 que sirvieron para quedar segundo en aquella mágica temporada de la 'Champions Luis', la 97-98, en la que se consiguieron 65.

Esto dice la historia. Una historia que, regresando al siglo pasado y aquella década de vino y rosas, dice que, en el primero de los dos títulos de Liga conquistados por aquella plantilla de la que sacó chispas Javier Clemente, con cuatro partidos menos jugados, porque el campeonato era de dieciocho, fueron 52 los puntos logrados, cuando la victoria suponía dos. Teniendo en cuenta que fueron 22 y seis empates, extrapolando a la puntuación actual, hubiera llegado entonces a los 72. Corría la 83-84. Un guarismo que, de derrotar al campeón, también quedaría superado.

Y, por último, el Barça es el último obstáculo para añadir otro récord a tan extraordinario año. Unai Simón ha igualado ayer la marca de José Ángel Iribar (campaña 71-72) y Andoni Zubizarreta (82-83) en mantener su marco invicto durante cinco choques ligueros de manera consecutiva. Al de Murgia se le presenta la ocasión de ser el primero en sumar seis. Ante sí, en caso de que juega, que parece que así va a ser, tiene el reto frente al todopoderoso y tricampeón conjunto que entrena Hansi Flick, que, ahí está el dato, solo se ha quedado sin marcar en uno de sus 59 partidos oficiales. Fue el 10 de noviembre en Anoeta, donde perdió ante la Real Sociedad.